Por Juan Manuel Fabricius

Cien días de motosierra, licuadora e incertidumbres

Nuestra Constitución Nacional establece desde el inicio (artículo 1°) que “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal”.

El término representativa hace alusión a lo que explicita más adelante el artículo 22°: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes”. Para cumplir con esta disposición es que cada tanto concurrimos a las urnas: para votar a nuestros representantes, es decir, a quienes gobernarán en nuestro nombre.

Pero cuando la ciudadanía entiende que quienes fueron elegidos para representarla, no están cumpliendo su mandato, ocurre una crisis de representación: el ciudadano se siente traicionado, decepcionado, enojado. A veces, como en 2001, el descontento se manifiesta en las calles, y detona el fin de un gobierno. Otras veces, como el año pasado, se expresa en las urnas, y consagra Presidente de la Nación a un outsider, alguien que hasta poco antes jamás había participado de la función pública.

Lo que parecía una debilidad fue la mayor fortaleza de Javier Milei. Las reiteradas desilusiones provocadas por nuestros últimos presidentes empujaron a preferir la incertidumbre que mejor motorizaba el cambio antes que la posibilidad de una continuidad ya insoportable.

El martes pasado se cumplieron 100 días de gobierno del flamante presidente, y el número redondo inspira a considerar la efectiva representación de los electores en sus primeros pasos.

¿Está cumpliendo Milei –representante- con lo que sus votantes –representados- demandaban? Para responder al interrogante, es clave una distinción: una cosa es el perfil político de Milei, que muestra características completamente diferentes a cualquier otro presidente que haya ocupado la Casa Rosada. Otra es su programa económico, que presenta trazos de planes ya implementados en nuestro país, con éxitos relativos y fracasos dolorosos.

Y es que más allá de sus berrinches tweeteros o televisivos, y de sus discursos agraviantes y prepotentes -con rasgos marcados de un absolutismo que profundiza la grieta entre quienes lo apoyan sin condiciones y los que se atreven a expresar una mínima disidencia-, lo que realmente importa es el cumplimiento de la promesa hacia sus representados: mejorar la economía del país y las condiciones de vida de los argentinos.

Y aquí es donde abundan tantas certezas como incertidumbres. Es evidente que en prácticamente ningún rubro –incluyendo el bolsillo de la gente- la situación está mejor que 100 días atrás. Por el contrario, en la gran mayoría está mucho peor: la desregulación de precios se convirtió en cifras inalcanzables que obligan a suspender casi cualquier gasto que no sea comer, alquilar, y pagar servicios básicos. Los que pudieron ahorrar comienzan a liquidar sus reservas, y los trabajadores temen por la continuidad de sus empleos.

Son los resultados del plan “motosierra y licuadora”: **motosierra **para recortar obras públicas (y con ello, miles de puestos de trabajo); organismos del Estado, aportes a las provincias y cualquier otro gasto estatal, incluso si comprenden comedores populares o remedios oncológicos; y licuadorapara que trabajadores y jubilados cobren cada vez menos, otorgando subas muy por debajo de la inflación con la intención de que consuman también menos y frenar a la larga el incremento de los precios.

A las certezas del presente se contraponen las incertidumbres del futuro: ¿es éste el correctivo necesario para equilibrar las cuentas, y dará como resultado un país con equidad y previsibilidad? ¿O se trata de un sacrificio inútil, que solo redundará en más pobreza, desempleo y caos social?

Solo el tiempo tiene la respuesta para saber si los representados -que gobiernan a través de sus representantes- deciden sostener su voto de confianza, o manifiestan su frustración empujando –otra vez- hacia un nuevo cambio de rumbo.


Juan Manuel Fabricius

Licenciado en Periodismo y Profesor de Educación Primaria. Director y cofundador de Radio Municipal Villaguay

juanmanuelfabricius@gmail.com