Por Juan Manuel Fabricius

Covid, dengue y el rol del Estado

The Lancet (“el bisturí”) es una revista médica británica fundada en 1823 por Tomas Wakley, quien a la hora de bautizarla eligió un instrumento esencial para su oficio de cirujano

Sus ediciones semanales abordan temas actuales en base a estudios e investigaciones científicas de alcance internacional, y su relevancia en cuestiones de salud es tal, que se la considera una de las más importantes publicaciones del mundo.

Las credenciales aportan a la credibilidad de este medio, que publicó recientemente un riguroso informe que muestra a la Argentina como uno de los países donde mejor se gestionó la pandemia de Covid-19, por encima de casi toda Latinoamérica, y también de otras regiones.

Potencias del mundo como Canadá, Reino Unido, España, Estados Unidos y Rusia mostraron mayor exceso de mortalidad que nuestro país, el que por otra parte figura a la cabeza de la región en cuanto a la menor disminución de la expectativa de vida. No sorprende tener mejores números que Brasil, donde las cifras crecían hasta superar los 700.000 muertos mientras su presidente Jair Bolsonaro calificaba al Covid de “gripezinha” y dilataba toda restricción preventiva. O que EEUU, donde Trump hablaba de una “simple gripe”. Pero también fueron mejores que los de Chile, país tomado como referencia por sectores de la entonces oposición política en varias oportunidades.

Tampoco puede sorprender que el presidente Javier Milei, de públicas coincidencias con los líderes mencionados, haya pretendido instalar la idea de que Argentina había fracasado en su manejo del Covid, y que la intervención del Estado había provocado más muertes que las previsibles. El informe da por tierra con su versión.

Dos cosas son tan ciertas como evidentes: el mal recuerdo de la gestión de la pandemia por parte del gobierno de Alberto Fernández no está en los números sino en dos incidentes puntuales. La fiesta en Olivos y el vacunatorio VIP fueron sucesos imborrables para la sociedad, y motivaron buena parte del malestar de la gente.

Pero tan claro como lo anterior es lo imprescindible que resulta el rol del Estado a la hora de enfrentar emergencias sanitarias que afectan a gran parte de la población, como está ocurriendo hoy con la epidemia de dengue.

Tuvieron que superarse los 180.000 casos en el territorio nacional para que podamos conocer la cara del ministro de Salud, Mario Russo, y su ¿plan? para la contingencia. “Usar mangas largas, tener cuidado con los pantalones cortos, y que la ropa sea clara y holgada”, fueron sus recomendaciones, sin ponerse colorado y sin dar señales de algún programa puesto en marcha desde su ministerio, a casi tres meses de haber iniciado la gestión, y cuando ya en diciembre el crecimiento progresivo de los casos era evidente.

“El ministro de Salud de la Nación no puede ocuparse de la atención primaria. Para eso están los gobiernos municipales y los provinciales”, dijo Russo, desligándose de responsabilidades. Es tan cierto como que su convocatoria al Cofesa (Comité Federal de Salud, el organismo encargado de coordinar las acciones de salud pública en la Nación, integrado por los ministros de salud de las provincias), recién ocurrió el 25 de marzo, con la epidemia expandida a casi todo el país y con récord de infectados y muertes.

Si la fumigación es efectiva, si la vacuna sirve, si los repelentes alcanzan, y tantos otros debates que hoy son noticia, debieron tomarse con antelación, y con una coordinación que indefectiblemente debe provenir del Estado, mal que le pese al ministro Russo, al Presidente Milei, y a sus adláteres anárquicos. De lo contrario, lo que se obtiene es un montón de voluntades descoordinadas y una sensación en la gente de que nadie sabe muy bien qué hacer para cuidarla, y mucho menos tener un plan en común para abordar un tema que atraviesa la Argentina.

En la conclusión del informe publicado por The Lancet se advierte: “Las naciones en el mundo pospandemia deberán abordar los desafíos sociales, económicos y de atención médica emergentes con nuevas políticas y prácticas”. Mientras tanto aquí, la vecina de al lado nos pasa por WhatsApp una nueva receta que encontró en Google para hacer repelente casero.


Juan Manuel Fabricius

Licenciado en Periodismo y Profesor de Educación Primaria. Director y cofundador de Radio Municipal Villaguay

juanmanuelfabricius@gmail.com