La toxicidad del ambiente laboral se extiende a la vida privada y personal, por ejemplo, apoderándose de las conversaciones con los seres queridos, imposibilitando las horas de sueño y descanso, etc. Asimismo, puede causar un exceso de estrés, preocupación, ansiedad y angustia que se manifiesta en enfermedades físicas, mentales y emocionales. La toxicidad puede ser tan elevada que incluso el mero hecho de pensar en ir a trabajar hace que las personas se sientan muy cansadas y deprimidas.

Los ambientes hostiles de trabajo, además de impactar de forma negativa en la salud y el bienestar de las personas, dañan la autoestima y las relaciones con los seres queridos.

Algunos indicios de que se está trabajando en un ambiente laboral tóxico u hostil son:

•La comunicación es deficiente: los empleados reciben mensajes diferentes, es decir, a algunos empleados se les dice una cosa y a otros, otra. No hay claridad con respecto a los proyectos y los resultados que se deben alcanzar. Hay una agresividad pasiva y agresiva en la forma de comunicar que se manifiesta, por ejemplo, en el sarcasmo, la ironía y las excusas. Hay rumores; todo se basa en el radio-pasillo.

•Hay exclusión y habladurías a espaldas de las personas: un grupo cerrado de personas que normalmente se reúnen o se mandan mensajes por alguna plataforma para reírse de los compañeros de trabajo que han excluido y comentar sobre las vidas ajenas.

•El liderazgo es malo: un superior que todo el tiempo corrige el trabajo que hacen sus subordinados, que gran parte del tiempo “les respira en la nuca a los empleados”, que nunca está satisfecho con el trabajo de su personal, que subestima y rechaza de forma recurrente las propuestas ajenas, que tiene como práctica mandar mensajes o e-mails fuera del horario de trabajo, que grita a sus empleados, que denigra a sus colaboradores, etc.

•El desarrollo profesional es estático: el trabajo no ofrece posibilidades de aprendizaje ni crecimiento a nivel profesional y, si lo hubiere, está reservado para unos pocos privilegiados. No se invierte en el desarrollo de los empleados porque sus necesidades no son tenidas en cuenta.

•Hay una tasa elevada de rotación del personal: ésta es una de las señales más claras de que el ambiente de trabajo es tóxico. Cuando muchas personas renuncian al mismo lugar de trabajo o cuando se producen despidos frecuentes, algo en la organización está realmente mal.

•No existe balance entre la vida personal y la vida laboral: el tener que estar en alerta para responder asuntos laborales las 24 horas del día o la exigencia repetitiva de un superior de atender asuntos de trabajo los días de descanso atenta contra la salud y el bienestar de cualquier persona porque la mente está en constante estado de alerta.

•La persona percibe la toxicidad: si la persona percibe, intuye o siente en el cuerpo que hay un ambiente tóxico u hostil de trabajo, es altamente probable que así sea.

•Los empleados se quejan de forma constante de la compañía y no hay entusiasmo ni motivación

•** Los empleados se reportan enfermos con mucha frecuencia o van a trabajar enfermos**

•Hay situaciones de bullying, mobbing, humillación, rechazo, discriminación, etc.

Éstos son algunos de los indicios de que el ambiente de trabajo es nocivo. La toxicidad en el entorno laboral no debe subestimarse porque con el transcurrir del tiempo termina impactando de lleno en la vida de quienes la padecen. Si como empleado usted reconoce algunos de estos indicios en su trabajo, es hora de ir pensando en cambiar de empleo. Si como empleador reconoce alguno de estos indicios en su compañía, es momento de buscar ayuda profesional especializada para eliminar y erradicar los comportamientos negativos que hacen que su empresa sea un lugar tóxico para trabajar. El empleador es responsable del ambiente en el cual trabajan sus empleados.

---

Lic. en RRHH Marina Lorenzatto

marina.lorenzatto@gmail.com

Instagram: marina.lorenzatto

Facebook: Marina Lorenzatto

+55 92 98430- 0390

Imagen extraída de https://www.cronica.com.ar/