Por Marina Lorenzatto

Las asesinas silenciosas: Las malas actitudes destruyen el ambiente de trabajo

La actitud frente a las circunstancias y a la vida en general impacta en las relaciones personales y en el desempeño de las personas.

La actitud puede definirse como la predisposición mental que las personas adoptamos frente a determinados objetos, personas o circunstancias. Las actitudes son estados internos de la persona. En lo que respecta al trabajo, los conocimientos, la experiencia, el talento y las habilidades no sirven de nada si la persona no tiene la actitud correcta. El futuro de una organización depende más de las actitudes que de las solas capacidades.

Tener una actitud positiva puede hacer toda la diferencia en momentos difíciles. Ser positivo no significa ignorar los problemas o esconderlos. Ser positivo significa reconocer y aceptar los problemas y enfocarse en la solución. Mientras que un individuo con actitud negativa se queda estancado rumiando en el problema y en el identificar a los culpables, la persona positiva dirige su atención a encontrar la solución e implementarla.

Las actitudes tienen la ventaja y la desventaja de ser contagiosas. Por ejemplo, el optimismo de una persona frente a circunstancias potencialmente desalentadoras genera admiración en los individuos, quienes quisieran ser como ella. Lo mismo sucede con las actitudes nocivas con el agravante de que las malas actitudes tienen un poder de contagio muchísimo mayor.

Algunas actitudes que entorpecen el desempeño son:

Pesimismo: incapacidad para creer que las cosas puedan mejorar, por lo tanto, las personas pesimistas creen que hacer algo no vale la pena porque nada resolverá la situación.

Negatividad: los individuos no pueden sacar nada bueno ni útil de una situación desfavorable; no aprenden de los errores; se quedan atascados en los problemas. Incluye también la incapacidad de perdonar a sus compañeros y seguir adelante.

Manipulación: persuadir a otros de forma deliberada para satisfacer sus propios intereses; utilizar a las personas para alcanzar sus objetivos personales.

Interés: ayudar o hacer algo siempre y cuando la persona obtenga algún beneficio a cambio.

Egoísmo: tener en cuenta sólo los intereses propios sin importar si perjudican o causan daño a otros.

Inflexibilidad: no aceptar puntos de vistas, opiniones, formas de pensar o sentir diferentes a las propias; rechazar ideas nuevas que contradigan sus creencias personales.

Prejuicio: tener creencias mayormente negativas sobre algo o alguien que los lleva a evaluar a ese algo o alguien de forma adversa por más que la realidad frente a sus ojos sea otra.

No admitir errores: la persona culpa y responsabiliza a otros o al entorno por las cosas mal hechas. No admitir los propios errores es un acto deirresponsabilidad;las personas debemos responsabilizarnos tanto por las cosas bien hechas como por las cosas mal hechas. A esta actitud se le puede sumar la incapacidad de pedir ayuda. Si la persona no reconoce que hay algo que no sabe o no puede hacer, no puede pedir ayuda y tampoco aprende de las equivocaciones, lo cual acarrea un bajo desempeño. Esta actitud dificulta enormemente las relaciones laborales porque es dificilísimo convivir, trabajar y relacionarse con una persona que se cree perfecta.

Ironía y sarcasmo: en la ironía y el sarcasmo hay desprecio por otras personas, ideas o actividades. Ambos son formas encubiertas de agresión y funciona como una suerte de escudo para aquellos que critican sin medir las consecuencias. Detrás del humor ingenioso hay agresiones y desprecios sutiles que dañan a las personas. El sarcasmo es una forma de esconder las inseguridades propias. Los individuos irónicos y sarcásticos muchas veces no son conscientes del efecto de sus palabras porque piensan que son sólo chistes.

Queja: la persona quejumbrosa se queja por todo con todos todo el tiempo como si la queja, que se produce por insatisfacciones personales, resolviera problemas. Esta actitud consume la energía de quienes están próximos porque nada satisface a la persona quejumbrosa.

Las personas tendemos a adoptar las actitudes de aquellas con las cuales pasamos más tiempo por esoa las malas actitudes hay que prestarles atención y tratarlas para que no se viralicen. Vale recordar que una única manzana putrefacta puede podrecer al resto. Una actitud favorable no asegura el éxito, pero una actitud nociva garantiza el fracaso.


Lic. en RRHH Marina Lorenzatto

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