Tamara López es bailarina, licenciada en Bromatología y becaria de Conicet

Mientras concluye su doctorado, brilla como bastonera en el carnaval de Gualeguaychú

Tamara López nació y creció entre Lucas Norte y Villaguay, hasta que en 2013 sus estudios universitarios la llevaron a Gualeguaychú.

Allí se formó como licenciada en Bromatología por la Universidad Nacional de Entre Ríos, actualmente realiza su tesis para el Doctorado en Alimentos, y es investigadora becaria de Conicet. Como si esto fuera poco, desde 2018 sale con la comparsa O’Bahía, en donde es una de sus estrellas, y en el que este verano fue ungida como bastonera.

Tiene 28 años y su enorme sonrisa eclipsa todo lo que la rodea. Con mucha claridad, cuenta, una a una, todas las actividades que realiza. Y todas la apasionan, aunque su gran amor es el carnaval.

Bailar, estudiar, amar

“Nací en Villaguay, justamente en febrero, en el mes del carnaval”. Así comienza Tamara a contarle a esta cronista su historia, y en un movimiento discursivo casi involuntario, ancla toda su historia a su gran pasión: bailar.

“Viví hasta los 10 años en la zona rural, en Lucas Norte. Vivía en la Escuela Nº 14, con mi mamá, y en otra institución cercana daba talleres de danzas la profesora Grisel García”. El aprendizaje con Grisel la llevó, con sus 6 años, a debutar en el verano en el carnaval de Villaguay. Fue la profesora quien la invitó para salir con la comparsa Ritmocolor.

Pasados los años, continuó sus clases de danzas con Sonia y Zulma Puppo, adonde su padre la traía una vez por semana, y siguió bailando con la comparsa. A sus 10 años, se vino a vivir aquí y a cursar sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Normal Superior “Martiniano Leguizamón”.

Con el tiempo, comenzó a acompañar a su hermana mayor y a su esposo, que por razones laborales vivieron en distintas localidades de la provincia. En cada lugar en que desembarcaban, “lo que hacía era pedir traje a cada ciudad que ellos iban, por ejemplo en Feliciano, en donde fui pasista e integrante desde chica. También salí en Gualeguay, y luego de más grande pude participar en la mascarada Embrujo, de Antonio Villagra”, cuenta. Finalmente, en 2013 se mudó a estudiar Bromatología a Gualeguaychú.

“Me atraía un montón la carrera, me interesaban las ciencias biológicas, entonces quería estudiar algo relacionado. Cuando me enteré que estaba Bromatología en esta ciudad y supe de qué se trataba, decidí venirme con 17 años.

Estudiaba un montón y volvía a Villaguay todos los veranos, pero el último año tenía muchas materias que no se promocionaban, entonces decidí quedarme”, cuenta, y agrega: “Además arranqué danzas con Daiana Delgui, una pasista de acá, y una de mis compañeras me llevó a O’Bahía”. Así llegó a su vida lo que Tamara llama “el cierre” de su trayectoria de carnaval, aunque, por lo que se puede ver en su desempeño y por lo que comentó en otras entrevistas, aún le queda mucho por dar.

“Comencé a vivir un sueño, porque era algo que siempre veía por la tele cuando era chica. Desde 2018 salgo todos los años con esta comparsa”, explica. Y así, todos los veranos son del carnaval: “Lo elijo por encima de cualquier otro tipo de vacaciones, es mi cable a tierra”, expresa Tamara, y es casi como una declaración de principios.

Ese año se recibió de Licenciada, y al siguiente comenzó a estudiar el Doctorado en Ingeniería con mención en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, que se cursa en la Facultad de Ciencias de la Alimentación de la UNER, con sede en Concordia.

Radicada en Gualeguaychú, y con varias tareas cuenta que está de novia con Francisco desde hace 5 años: “Hice mi vida acá”.

Tamara tiene 3 hermanos: además de Marina, la mayor, está Natalia, que es docente y locutora, y Diego, que es profesor de Educación Física y da clases en la zona de Lucas Norte. Por ellos, su familia y sus grandes amigos, vuelve a Villaguay cada dos o tres meses, siempre que sus ocupaciones se lo permiten: “Lo que más extraño son los afectos, la gente querida, aunque siempre estoy en contacto y me hacen sentir que estoy cerca”, expresa.

Investigar y enseñar

En nuestro sistema universitario, el Doctorado es el posgrado que más carga horaria tiene, y para obtener el título se debe realizar, a través de la investigación, un aporte o un conocimiento novedoso a la disciplina en la que se inscribe la tesis. Por ello, para elaborar su tesis doctoral, Tamara investiga en aves.

En el marco de su investigación, es becaria del Conicet, investiga en la Facultad de Bromatología en Gualeguaychú, y también viaja semanalmente a un frigorífico en la ciudad de Colón. Allí trabaja sobre miopatías –“problemas que ocurren dentro del músculo del ave, que no afecta la inocuidad del alimento pero sí su calidad, y lo que los consumidores pueden percibir sensorialmente”, explica con detenimiento–.

Su trabajo de investigación la lleva a analizar en pechugas de pollo la prevalencia de esa afección, y particularmente con lo que se conoce como “pechugas de madera, que se caracteriza por el endurecimiento de la carne cruda”, detalla. “Con esa investigación reúno información de todos lados. El objetivo final es llegar a conclusiones que sean útiles a la industria avícola para solucionar ese problema”, amplía la joven doctoranda.

Además de investigar, Tamara es docente universitaria, y se desempeña como auxiliar de dos cátedras: Botánica Aplicada y Química y Bioquímica de los Alimentos.

Bailar y disfrutar

Desde hace 6 años, sale con O’Bahía en Gualeguaychú. Ama bailar, sigue en constante formación, y en la comparsa a la que ella define como “una gran familia”, pasó por distintos roles: en ballet, en apertura, hasta que en esta oportunidad fue designada bastonera, algo que la enorgullece y la hace sentir muy cómoda, porque le permite “estar libre y disfrutar”.

Cuenta Tamara que esta edición es muy especial para O’Bahía, ya que hace poco tiempo falleció su creadora Ana Peverelli, y este año tienen un mensaje para ella, en su honor. Allí, explicó en una entrevista para Somos Carnaval, representa las alas de la naturaleza: “El director me pidió que mi papel sea fuerte, y eso me gusta, ponerle acting e interactuar con la gente y con el jurado”.

“Estoy disfrutando un montón. Disfruté de todas las ediciones y de todas las ciudades en donde me tocó estar. Particularmente para mí es algo único, no me imagino un verano sin carnaval, aunque sé que de a poco se viene cerrando el ciclo”, desliza con un dejo de nostalgia a EL PUEBLO.

Sobre la importancia como festividad popular y como hecho cultural, tiene un mensaje claro: “Aunque claramente Gualeguaychú es el carnaval del país, por sus dimensiones, por sus carrozas, y amo participar aquí, los de otras ciudades y pueblos tienen su impronta, sus características y su esfuerzo. El hecho de reunirse alrededor de una mesa a bordar un traje, a pensar, a diseñar, y eso es un poco lo que me conmueve, compartir esa cultura, esa pasión”, sostiene. “Me queda en la mente grabado cuando con mi mamá bordábamos los trajes, lentejuela por lentejuela, algo que siempre viví con mucha felicidad. Acompañada de mi familia y mis amigos, siempre tuve esa suerte y para mí eso es una alegría inmensa. Estoy muy contenta con este camino”, expresa.

Su última nota de voz se afirma sobre esa convicción: “Quiero dejar un gran saludo para todos los que aman el carnaval y que luchan por esta pasión. Mi respeto a ellos y feliz carnaval a todos”.

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